“En tiempos de oscuridad siempre hubo hombres buenos que lucharon por traer las luces y el progreso. Y no faltaron quienes intentaban impedirlo”

Arturo Pérez-Reverte. Hombres buenos

Sorprende, y preocupa, las actuaciones de algunos miembros del Consejo General de Dentistas contra sus propios compañeros de profesión. A la vista de la reciente campaña, desatada contra la figura del higienista dental y sus instituciones, por parte de algunos dentistas, me parece estar retrocediendo más de treinta años en la historia de la salud dental en España. Me refiero a los tiempos anteriores a 1986, año en el que se aprobó la Ley 10/1986 que creó la figura del odontólogo y la del higienista dental.

Una Ley que vino a dar respuesta a la necesidad de la sociedad española de elevar la calidad de su salud dental y que daba carta de naturaleza a ese equipo multidisciplinar de trabajo que iban a representar dentistas e higienistas y que tan buenos resultados le está ofreciendo a la odontología comunitaria y a las clínicas privadas, al convertirse el higienista dental en el mejor AYUDANTE Y COLABORADOR (como señala la Ley) del dentista.

Llevo más de 35 años vinculado al sector dental, y he visto como, desde antaño, la colaboración dentista-higienista hacía mejorar la salud del paciente y la rentabilidad de las clínicas, sin embargo, hace pocos días, una dentista me comentaba con tristeza que, a la vista de esta repentina campaña desde un sector de dentistas, “no va a merecer la pena contratar a higienistas dentales si sólo iban a poder hacer limpiezas, porque el Consejo de Dentistas decía que no podían seguir ayudando y colaborando en las funciones que habitual e históricamente han venido desarrollando”.

Lógicamente, le explique que estuviera tranquila, que sus higienistas podían seguir trabajando con ella como habitualmente venían haciéndolo, es decir, mediante el diagnóstico previo del dentista, la actuación del higienista, las anotaciones correspondientes en la historia clínica, por parte de ambos profesionales sanitarios y, por supuesto, que siguieran siendo respetuosos con las restricciones que, expresamente están fijadas en la norma, como la prescripción, la aplicación de anestésicos, etc…

Esta reciente campaña, del actual Consejo de Dentistas, de miras personalistas e interesadas y con una interpretación arcaica y desfasada de las normas, no sólo está provocando retroceder, cuarenta años en la evolución del sector dental sino que estaría destruyendo la profesión de higienista dental que, en 1986, nació para mejorar la salud de la población, que es una profesión sanitaria muy bien acogida por los pacientes y que presta una ayuda inestimable a todos los dentistas que, de forma correcta, ejercen su profesión de manera multidisciplinar con los higienistas dentales.

Con esta “desaforada campaña”, mediante artículos y cartas intimidatorias a dentistas  el Consejo está tratando de eliminar la profesión de Higienista Dental o, en el mejor de los casos,  limitarla a aplicar flúor o a hacer limpiezas de boca,…. pero para ese viaje no hacía falta alforjas. Para ese viaje el legislador sanitario y académico no habría creado su Ley ni su actual currículo formativo, con 2.000 horas de formación y 120 créditos ECTs.

Afortunadamente sólo es un sector de dentistas quienes así piensan, pero nos abrimos camino dentro del siglo XXI, se avecinan tiempos de constantes mejoras tecnológicas y nuevos escenarios clínicos donde los equipos multidisciplinares de profesionales sanitarios trabajarán de forma coordinada; donde dentistas e higienistas seguirán colaborando en la mejora de la salud y serán tiempos donde siempre habrá dentistas buenos que luchen por traer las luces y el progreso.

José Luis Gómez Gómez.

Abogado